domingo, 3 de junio de 2012

ROMA



 "...La luz de la noche exageraba los gestos. Subieron las escalinatas, ya sin hablar. Con el permiso implícito en la cabeza baja, penetraron en ese corazón redondo y hueco que se dejaba vislumbrar con sutileza por la luz titilante de cientos de velas. El aroma era tan penetrante, que no hubo que explicar nada a Giorgio, quien percibía cada detalle desde su olfato y su piel...






..La atmósfera santa los envolvió... 

Permanecieron en silencio el tiempo necesario para que algunas velas se consumieran y, con ellas, sus prejuicios y sus primeros temores..."

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